Celebrando el Domingo Mundial de las Naciones, recibimos con alegría este maravilloso evangelio que nos indica la vida perfecta de quienes quieran seguir a Jesús y llevarlo a los demás. Es un texto evangélico que nos señala la gran actualidad de su mensaje. Escuchamos el tercer y último anuncio de la pasión y muerte que han acompañado el viaje de Jesús hacia la ciudad de su martirio. ¿Para qué escucharlo? Es la tercera enseñanza sobre el tema dada a quienes quieran seguirlo. Seguir a Jesús significa hacer un viaje hacia la donación total, es la “vía crucis” en el sentido pleno de la expresión. Dónde el Jesús-Mesías se presenta en su misión en donación y no en la opulencia del imperio, ante el camino de “servir” y no de “ser servido”. En la comunidades cristianas, puede siempre aparecer la tentación de ponerse al lado de los que ostentan el poder para oprimir, olvidando y traicionando al propio Maestro, que optó por el camino contrario señalado ya incluso por la imagen del Siervo de Yahvé cantado por el trito-Isaías. Cuando el discípulo de Jesús que asume un cargo o una responsabilidad se convierte equivocadamente en príncipe orgulloso y egoísta, destruye la comunidad eclesial que debe estar nutrida de la sabia vital que le viene del propio Jesús a través del evangelio. Y, digo que la destruye porque la hace vivir en competencias y búsquedas mundanas por el poder, dominada por la fascinación del dinero y deseo de reconocimientos por esta generación, colocándola entonces en la lista de los “dominadores de este mundo que no conocen la sabiduría divina” (1Co 2,8). Cristo, en cambio, está entre los hombres como un siervo, dispuesto a cumplir ese gesto que en el antiguo Israel no podía ser impuesto ni siquiera a un esclavo, el lavar los pies a otra persona. “Si, por tanto, yo el Señor y Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los unos a los otros. Os he dado ejemplo, para que como yo he hecho, así lo hagáis vosotros” (Jn 13,14-15). Así pues, todos debemos sacar conclusiones de cómo debemos en el camino misionero de la Iglesia, ocupar el lugar dentro de la comunidad creyente para que como dice el Papa Francisco, nuestra predicación sea creíble.
Hoy en este nuevo domingo tenemos las implicaciones para aquellos que quieran ser discípulos de Jesús. Marcos nos señala que un hombre se acercó a Jesús con una pregunta existencial: ¿Qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna? Mateo en su evangelio, puntualiza que era un joven. Jesús le recuerda el decálogo en ambos evangelios, pero le muestra además el camino perfecto y seguro: “Anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo, después ven y sígueme”. La radicalidad del Maestro no apunta a una renuncia masoquista, triste y resignada, al contrario señala el triunfo sobre las fascinaciones de las cosas, y del “tener”, logrando así un desapego de estas realidades, para optar por el camino de la libertad interior y generosidad del corazón, para una plena adhesión al único Señor y Dios, que es en definitiva es el “Bueno” por excelencia. Una visión pagana de la riqueza es claramente contraria a la visión del evangelio. Miren lo que decía el poeta latino Horacio: “Hay que buscar ante todo la riqueza: la virtud viene después del dinero”. Jesús señaló en el Sermón de la montaña lo contrario: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás vendrá por añadidura” (Mt 6,33). Todo apunta, entonces, en esta rica Palabra de Dios, a considerar que este es el camino para seguir a Jesús, sus discípulos deberán estar dispuestos a dejarlo todo y acompañarlo hacia Jerusalén, la ciudad en donde Él se entregará total y definitivamente, sin ninguna riqueza de apego que hubiera impedido el cumplir su misión. ¿Qué quiere en resumen Jesús? Él desea que sus discípulos use sus bienes para aliviar a los que sufren, saciar a los hambrientos, transformar la vida social. A Él no le basta el fácil camino de la pobreza, como pobreza, Él exige que el discípulo se encamine radicalmente por la vía operosa y creativa de la caridad. Éste es el camino luminoso que todos debemos seguir; ya nos lo recordará san Pablo: “Aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregar mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve” (1Cor 13,3). El amor es el que nos hace verdaderos tesoros para los demás y para alcanzarlo como recompensa en los cielos.
Mes de la Biblia 2024: Un Tiempo de Encuentro con la Palabra de Dios
El Mes de la Biblia 2024 fue una celebración llena de fe, aprendizaje y unión para todas las comunidades de nuestra Asociación. A lo largo de septiembre, cada actividad reflejó el amor y el respeto que tenemos hacia las Sagradas Escrituras, ofreciendo un espacio para el crecimiento espiritual y el compromiso con la Palabra de Dios. A continuación, un resumen de las actividades más destacadas que marcaron este mes tan especial:
1. Celebración del Día de la Biblia en Comayagua
El Padre Henry lideró una emotiva celebración en Comayagua, donde la comunidad se reunió en torno a la Palabra para reflexionar sobre su importancia en la vida cristiana. Durante la jornada, se realizaron lecturas bíblicas, cánticos y una procesión que recorrió las calles, destacando la Biblia como guía para la vida cotidiana.
2. Día de la Biblia en San Juan de Ojojona
En San Juan de Ojojona, la festividad se vivió con gran fervor. Se organizó una misa especial en la que participaron fieles de todas las edades, reafirmando su compromiso con el estudio y la vivencia del mensaje bíblico. El evento también incluyó una exposición de Biblias de diferentes épocas y traducciones, lo que permitió a los asistentes comprender mejor la historia y la transmisión de las Escrituras.
3. Formación Bíblica para los Movimientos Eclesiales
La formación bíblica fue uno de los pilares de este mes, especialmente dirigida a los Movimientos Eclesiales. Durante varias sesiones, se profundizó en la interpretación de textos bíblicos y en su aplicación en la vida diaria. Estas capacitaciones fortalecieron el conocimiento de los líderes y animadores de los movimientos, quienes ahora están mejor preparados para transmitir la Palabra en sus respectivas comunidades.
4. Actividades en la Parroquia Divina Providencia
La Parroquia Divina Providencia también fue protagonista con una serie de talleres enfocados en el estudio bíblico. Se organizó un retiro espiritual centrado en el Evangelio de San Juan, que permitió a los participantes conectar más profundamente con el mensaje de Cristo y su relevancia en los tiempos actuales.
5. Clausura del Mes de la Biblia en la Parroquia Madre Dolorosa
La Parroquia Madre Dolorosa fue el escenario de la clausura oficial del Mes de la Biblia. La jornada culminó con una misa solemne y una procesión de fieles portando Biblias, como símbolo de su compromiso de llevar la Palabra de Dios a todos los rincones de la comunidad. Se hicieron presentaciones artísticas basadas en relatos bíblicos, creando un ambiente de celebración y alegría.
6. Programas en Suyapa Medios y Material para Parroquias
Durante todo el mes, Suyapa Medios fue un aliado estratégico para la difusión de programas especiales sobre la Biblia. A través de la televisión y la radio, se transmitieron charlas y reflexiones sobre diferentes pasajes de las Escrituras, llegando a una audiencia amplia y diversa. Además, se distribuyó material didáctico a las parroquias para facilitar el estudio y la reflexión sobre la Biblia, apoyando así la formación continua de los feligreses.
7. Artículos en Periódicos y Entrega de Biblias Familiares
Los medios impresos también se hicieron eco de las actividades del Mes de la Biblia. Varios periódicos publicaron artículos que resaltaban la importancia de las Escrituras en la vida de los hondureños, subrayando el impacto positivo de este mes en la fe de las comunidades. Además, en Talanga, se llevó a cabo una entrega especial de Biblias a varias familias, reforzando la tradición de transmitir la Palabra de generación en generación.
8. Curso Bíblico en la Parroquia La Medalla Milagrosa
Finalmente, en la Parroquia La Medalla Milagrosa, se impartió un curso intensivo de formación bíblica que abarcó temas clave para la comprensión de las Escrituras. Los participantes expresaron su gratitud por esta oportunidad, ya que les permitió enriquecer su vida espiritual y compartir lo aprendido con sus familias y comunidades.
Conclusión
El Mes de la Biblia 2024 fue, sin duda, un tiempo de gracia y renovación para todos los fieles. Las actividades realizadas no solo acercaron a las personas a la Palabra de Dios, sino que también fortalecieron los lazos comunitarios, promoviendo un ambiente de reflexión, estudio y oración. Agradecemos a todos los que participaron y contribuyeron para que este mes fuera un éxito. ¡Que la Palabra de Dios siga siendo luz en nuestros corazones y hogares!
El segundo tema de este Mes de la Biblia, luego de haber meditado el tema del “Escucha Israel”, va referido a su sentido de que escuchar es como alimentarse, comer algo que llega a ser dulce como la miel y no se olvida. De aquí que les proponemos el siguiente texto profético:
“Y me dijo: «Hijo de hombre, come lo que se te ofrece; come este rollo y ve luego a hablar a la casa de Israel. Yo abrí mi boca y él me hizo comer el rollo, y me dijo: Hijo de hombre, aliméntate y sáciate de este rollo que yo te doy. Lo comí y me supo dulce como la miel” (Ez 3,1-4).
En septiembre igual para el Israel de la Biblia, una mañana se levanta la voz del sacerdote que comienza el culto con una bendición al “Señor Dios grande”, mientras todos se postran en adoración. La Palabra de Dios resuena en una solemne catequesis comunitaria. Tres podemos decir son los verbos fundamentales que sostienen esta y toda proclamación de la Palabra. Ante todo ha que “leer” la Biblia, pero no de cualquier manera: en efecto, se habla de una lectura “a distintos tiempos”. Es necesaria, pues, una cierta programación, una didáctica, ojalá también una selección inicial (como estamos haciendo ahora). El segundo verbo es el de la “explicación del sentido”. Un antiguo aforismo afirmaba que “toda palabra de la Biblia tiene setenta rostros”. El maestro en la fe debe descubrir estos rostros, debe inspeccionar el texto en todos sus matices: el término técnico para indicar el estudio de la Biblia es “exégesis” que en griego significa “sacar afuera” todos los tesoros, toda la fuerza, toda la espiritualidad de la página bíblica.
El tercer acto en la lectura de la Biblia es el “comprender”: el original hebreo de nuestro texto usa aquí un término sapiencial que indica la comprensión sabrosa, intensa, alimentada por la inteligencia y el corazón. En efecto, la Palabra de Dios no es una fría piedra preciosa sellada en un cofre, sino que es una realidad viva que debe empapar la existencia árida como la lluvia fecunda hasta el desierto (Is 55,10-11). De este triple proceso que involucra el oído y el corazón brotan dos actitudes aparentemente antitéticas, pero en realidad complementarias. Por una parte, afloran a los ojos las lágrimas de la conversión: “Todo el pueblo lloraba mientras escuchaba las palabras de la ley”. Es el signo vivo del arrepentimiento, el corazón está invadido por el remordimiento el pasado con su carga de pecados se presenta a la conciencia con su peso.
Un cuarto elemento que es la celebración. Otro gran guía de la nueva comunidad post-destierro, el gobernador Nehemías, la última Palabra de Dios nunca es la del juicio y castigo, sino la de la promesa del perdón y salvación. Y entonces los labios deben abrirse a la sonrisa, las casas deben llenarse de cantos de alegría y de banquetes festivos. De la aflicción a la fiesta, del ayuno al banquete solemne con “carnes gordas y vinos dulces”, símbolo de aquél banquete mesiánico que en Sión marcará el fin de todo llanto y de la última muerte, como había profetizado Isaías (25,6-9).
Todo esto nos introduce a leer el texto propuesto Ez 3,1-4, texto de alto sentido vocacional, que después de leído personal o comunitariamente invita a pensar su sentido como se hacía en Israel. Para luego habiendo comprendido ahondar en lo que nos dice para el hoy de nuestra vida. Sólo así se hará dulce como la miel, tan aditiva que nos permitirá sentir el gusto de por la Palabra de Dios. Un antiguo dicho judío advertía: “Gira y vuelva a girar la Palabra de Dios porque en ella hay todo. Contémplala, envejece y consúmate en ella. No te alejes de ella porque no hay para ti suerte mejor”.
Por último no olvides al inicio hacer un buen tiempo de invocación al Espíritu Santo, antes de leer y re-leer el texto que te proponemos. El Espíritu nos hace, pues, comprender todas las dimensione, nos hace descubrir toda la fuerza y la eficacia de la Palabra de Dios. El mes de la Biblia que tenemos por delante se extiendan para todos como un único camino y llamado para recorrerlo personal y comunitariamente, atendiendo la invitación de este mes: “¡Escucha!”. En él podemos redescubrir la pureza de este mensaje divino, liberándolo de todos los arreglos, las ignorancias, las sustituciones, excreencias habituales y mágicas, que la hacen un palabra más en un mundo lleno de discursos. Sólo te pedimos que hagas de este testo tu personal experiencia y luego llames a otros a compartirlo contigo. Recuerda es ¡La Palabra de Dios!
Preguntas para la meditación personal y diálogo comunitario
¿Qué relación existe entre escuchar la Palabra de Dios y la invitación al profeta de comerla?
¿Tiene sabor la Palabra de Dios y a qué te sabe?
¿Tienes o has encontrado el gusto por la Palabra de Dios?
Finalmente: ¿Qué te diría el Señor a ti hoy sobre el tema de la Palabra de Dios?
Bitácora de grandes Lectionautas
“El conocimiento sabroso de Dios requiere silencio y secreto” (Guillermo de Saint-Thierry)
“Estén contentos de cuanto pueden comprender y traten de ponerlo en práctica; ¡Entonces, lo que había quedado escondido se les revelará en su espíritu” (San Macario de Jerusalén).
Frase del Papa Francisco
“La Palabra de Dios despliega la potencia del Espíritu Santo. Es una fuerza que atrae hacia Dios, como les sucedió a los jóvenes pescadores que quedaron impresionados por las palabras de Jesús”.
“Escucha Israel: Yahvé nuestro Dios es el único Yahvé. Amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt 6,4-5).
Querido hermano y hermana, el tema de la primera semana del mes de la Biblia, recoge el maravilloso texto del Deuteronomio, centro de la espiritualidad del Israel que parece ya ha salido de Egipto y se prepara a tomar posesión de la Tierra Prometida una vez atravesado el largo desierto.
El texto efectivamente es una referencia a la práctica que se tenia en Israel ya asentado en la tierra por parte de juristas, sabios y doctores de la Ley, que habiendo sacado de la misma Escritura el catálogo de 613 preceptos, sobre cuya jerarquía de valor y de importancia discutían a menudo entre los círculos profesionales de entre ellos de manera áspera y a menudo pedante, concluyen repitiendo estos versículos del Deuteronomio, como el compendio síntesis de todos los preceptos.
Dando un salto al Evangelio de Mateo (22,34-40), vemos como Jesús ante la pregunta del doctor de la Ley, a primera vista quería seguir esta orientación ofreciendo su hipótesis de solución no sólo con este precepto, sino también agregándole el de Levítico 19,18: “¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo!”. Convirtiéndolos en preceptos primarios en toda la lista de mandamientos de la Ley.
Con una actitud de amor todos los mandamientos, hasta los más pequeños, se vuelven importantes porque son expresión de un amor permanente y total. Es lo que sucede, por ejemplo, en el amor de una madre: su amor materno es como una luz de fondo que se refleja sobre todos sus gestos, sea sobre el acto heroico o sobre el modesto, como la preparación por la mañana de un desayuno o de un vestido.
Esta alma del estilo de vida cristiano queda determinado a través de un atrevido acercamiento de dos amores que son colocados en una perfecta posición de igualdad: “el segundo es semejante”, es decir, es importante como el primero. Para Cristo, la dimensión vertical (amor a Dios) y la horizontal (amor al hermano) son inseparables, se entrecruzan y se verifican recíprocamente y construyen el “ser cristiano” total y genuino. El ser humano encuentra en el amor su unidad porque todo su ser está involucrado: “corazón”, es decir, la conciencia, “alma”, esto es, el ser vital físico e interior, pensamiento y acción, el “como a ti mismo”.
Ahora bien, precede al mandamiento el llamado en imperativo, que se le hace a la comunidad israelita: “¡Shemá Israel!”, es decir: “¡Escucha Israel!”. La revelación bíblica es esencialmente palabra de Dios al hombre. He aquí por qué, al paso que en los misterios griegos y la gnosis oriental la relación del hombre con Dios está fundada ante todo en la visión, según la Biblia “la fe nace de la audición” (Rm 10,17).
Todos debemos de escuchar a Dios. “¡Escucha!” grita el profeta con la autoridad de Dios (Am 3,1, Jer 7,2). “¡Escucha!”, repite el sabio en nombre de su experiencia y de su observancia de la Ley (Prov 1,8). “¡Escucha Israel!”, repite cada día el piadoso israelita para penetrarse de la voluntad de Dios. “¡Escucha!”, repite a su vez el mismo Jesús, Palabra de Dios (Mc 4,3.9).
Pero no olvidemos que, según el sentido hebraico de la palabra verdad, escuchar, acoger la palabra de Dios no es sólo prestarle un oído atento, sino abrirle el corazón (Hch 16,14), ponerla en práctica (Mt 16,14), en conclusión es obedecer. Tal es la obediencia de la fe que requiere la predicación oída (Rm 1,5; 10,14 ss.).
Preguntas para el diálogo:
¿Cuál es mi habitual manera de escuchar la Palabra de Dios?
¿Entiendo bien el significado bíblico de “Escuchar”?
¿Qué me impide una renovada manera de escuchar la Palabra de Dios?
¿En el proceso Sinodal, atiendo con gusto y ya práctico el sentido de “escucha”?
Bitácora de grandes Lectionautas:
“Quien quiere estar siempre unido a Dios debe leer frecuentemente y escuchar con deseo las Sagradas Escrituras, porque todo progreso viene de la lectura y la meditación. Lo que no sabemos lo aprendemos de la lectura y lo que hemos aprendido lo conservamos con la meditación” (Isidoro de Sevilla).
Frase de Papa Francisco:
“La escucha corresponde al estilo humilde de Dios. Es aquella acción que permite a Dios revelarse como Aquel que, hablando, crea al hombre a su
imagen, y, escuchando, lo reconoce como su interlocutor. Dios ama al hombre: por eso le dirige la Palabra, por eso “inclina el oído” para escucharlo”.
La Lectio Divina
Introducción: La Lectio Divina es una manera de acercarse a la Palabra de Dios para que el Señor ilumine la inteligencia, haga descubrir su mensaje en su Palabra, convierta los corazones y permita dirigirse a Él formulando una oración. Para ello se siguen cinco sencillos pasos: leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Oración
Ven Espíritu Santo, a cada uno de nosotros,
que deseamos descubrir el mensaje de nuestro Padre Dios,
en este momento en que nos habla por su Palabra escrita.
Un doble milagro encontramos hoy en la narración gozosa de este domingo, la niña resucitada y la mujer curada de una grave hemorragia. Se trata de dos hijas de Israel que son objeto del poder sanador y reanimador del Señor. Las escenas son maravillosamente desarrolladas; desde la multitud aparece Jairo el padre de la niña que morirá solicitándole a Jesús su acción sanadora. Él es víctima como tantos de la tragedia humana que produce la enfermedad, es uno de los tantos infelices que rodean a Jesús, pero buscará la manera de robarle al propio Dios, esa dosis de felicidad que le hace falta. E igual, está una mujer que sale desde la misma muchedumbre, ella está con una hemorragia, que le hace sufrir físicamente y le causaba según la ley bíblica (Lv 15,25) otra grave enfermedad espiritual, la de la impureza ritual y social. Estaba, pues prohibido cualquier contacto humano con ella. Con la niña a través de un gesto y dos palabras se opera el milagro: Jesús toma de la mano a la niña y pronuncia las palabras en su lengua, el arameo popular “¡Talitá kum!” (niña a ti te lo mando levántate). Sin actos mágicos, largos rituales o enredados malabarismos de palabras o gestos, Él le devuelve la vida, llevándonos a nosotros lectores a comprender que más que el milagro mismo, hay una realidad divina en Jesús, indiscutible que debemos aceptar. Como dice el cántico de Ana, la madre de Samuel, “solamente el Señor hace morir y hace vivir” (1Sm 2,6). Con la mujer hemorroísa, aquella que era intocable por su condición de impura, por un acto mágico del tacto, queda curada, pasando así al brote pleno de la fe límpida. Por eso Jesús busca quien lo ha tocado, para manifestar la curación completa, ya que por su fe la mujer, no sólo quedará curada, sino también salvada. En efecto, Jesús llamándola tiernamente “hija”, le dice: “¡Tu fe te ha salvado, queda curada de tu enfermedad!”. Con los dos milagros de hoy, vemos como “Dios no goza de las ruinas de los vivientes, Él ha creado todo para la existencia” y no para la muerte. Jesús es ese Dios que hace renacer la salud, la alegría en una palabra la vida, para quienes por los aconteceres de la propia historia, sólo la pueden lograr a través de Él.